El herpes genital es una infección de trasmisión sexual común causada por el virus del herpes simple.
El herpes genital se caracteriza por la aparición de lesiones enrojecidas, cubiertas de vesículas (pequeñas ampollas), que producen prurito (picor). En ocasiones estas lesiones se transforman en úlceras o llagas dolorosas en/o alrededor de los genitales, el ano y las áreas cercanas.
El herpes genital se transmite principalmente a través del contacto sexual, ya sea vaginal, anal u oral, con una persona infectada, incluso cuando no hay síntomas visibles. También se puede transmitir el virus a través del contacto con la piel o las membranas mucosas de la zona genital o anal.
El diagnóstico del herpes genital generalmente se realiza a través de pruebas de laboratorio, como análisis de sangre para detectar anticuerpos contra el VHS o pruebas de cultivo de las lesiones.
Es importante practicar sexo seguro y hablar con un profesional de la salud si tienes preocupaciones sobre el herpes genital o cualquier otra infección de transmisión sexual.
Los síntomas comienzan entre 2 y 12 días después de la exposición al virus. Algunos de los posibles síntomas del herpes genital, son:
También es posible que se acompañen estos síntomas con otros similares a los de la gripe como fiebre, dolor de cabeza, dolores en el cuerpo…
En ocasiones ocurre que una persona puede estar infectada con el virus, pero presenta síntomas muy leves o ningún síntoma. No obstante, puede contagiar el virus a otras personas.
Hay que destacar que el herpes genital es una infección de por vida, ya que, aunque puede el virus no tiene porqué producir ningún síntoma, permanece en el cuerpo en un estado latente después del primer brote.
Después del primer brote de herpes genital, suelen volver a aparecer los síntomas (brotes o episodios recurrentes).
La frecuencia con la que suceden los brotes varía mucho. Generalmente, presentarás la mayor cantidad de brotes durante el primer año después de la infección. Los rebrotes suelen ser más cortos y menos dolorosos. La mayoría de las personas con herpes genital tienen menos brotes a medida que pasa el tiempo e incluso, hay quien no vuelve a tenerlos.
Se pueden notar señales de alerta unas horas o unos días antes de que comience el nuevo brote, como dolor en la zona genital u hormigueo o dolor intenso en las piernas, caderas o glúteos.
No existe una cura definitiva para el herpes genital, el tratamiento se centra en aliviar los síntomas y reducir la frecuencia y gravedad de los brotes. Además, los medicamentos también pueden reducir el riesgo de contagiar a otras personas.
El tratamiento más utilizado para el herpes genital, así como para acortar la duración, gravedad y reducir la frecuencia de los brotes, son los medicamentos antivirales orales y tópicos.
El uso del preservativo es el método ideal para prevenir el contagio de una infección por herpes genital y en caso de padecerlo, reducir el riesgo de contagio.
Si existe la sospecha de padecer herpes genital o se necesita orientación sobre el tratamiento, lo mejor es acudir a un especialista para que efectúe un diagnóstico y recomiende las opciones de tratamiento más adecuadas, según el caso de cada paciente.